¿Cuál es el personaje con el que más te identificas?

martes, 23 de octubre de 2012

· Capítulo 8: Secretos iluminados.

  
  
  
     [Changed the way you kiss me. - Example.] 
  
  
  
  
    · Capítulo 8: Secretos iluminados. 
  
  
     Abby Nouva.
  
  
  
  
  JODER. Joder, joder, joder, joder.. Joder. 
  
    El leer las iniciales de mi abuela fue suficiente como para demoler mi pilar de resistencia de una forma impresionante. Sólo ellas, esas letras doradas, fueron suficientes para echar bajo tierra mi único modo de defensa contras las sombras. Fueron suficientes, incluso, para hacer titilar levemente mi llama interior, que del blanco impoluto pasó a brillar con un gris perla. Por un momento, la habitación dejó de brillar, las sombras impidieron el paso de la luz por los ventanales, y me rodearon con su presencia. Por un momento, todo quedó oscuro, frío y totalmente solitario. 
  
    Por un momento, estuve tan aterrada que el grito se quedó atrancado en mi garganta. 
  
    La puerta se abrió. El susurro sinuoso de las sombras desapareciendo bajo las rendijas invisibles de las paredes me puso la piel de gallina, y comencé a temblar. 
  
    --- N-no puedo hacerlo. Lo siento. --- Aparté la caja de mí, intentando no vomitar. --- Lo siento de verdad. Lo siento. 
  
    Nathaniel cogió la caja. Sólo vi sus manos, pálidas, al tener la mirada baja, pero pude oír perfectamente su suspiro. Un suspiro de desagrado. 
  
    Se sentó a mi lado, lo que hizo que la cama cediera bajo su peso, y en un gesto demasiado natural para ser cierto me rodeó con su brazo. El contacto hizo que mis temblores remitieran, y la fresca temperatura de la piel de sus brazos desnudos penetró en mí con facilidad. Instantáneamente, el pilar de resistencia de mi cabeza cobró el sentido, y se mantuvo tan fuerte y duro que no parecía haber caído sin siquiera oponer resistencia hace unos segundos. Pero éste no era necesario, porque la densa burbuja de luz que siempre lo acompañaba me rodeó. 
  
    --- ¿Has llegado a abrir el baúl? --- Susurró, con la boca pegada a mi frente. 
  
    Negué levemente con la cabeza, con la mirada clavada en el dicho baúl. La imagen de nana se materializó en mi mente, y, entre toda esa fingida tranquilidad que me rodeaba, pude sentir el latigazo de dolor en mi pecho. Un escalofrío me recorrió la espalda. 
  
    --- Entonces, ¿Qué ha pasado? --- Volvió a preguntar, entrelazando los dedos de sus manos frente a mí. El muro que creaba alrededor de mí con sus brazos parecía incluso más impenetrable que la luz que nos rodeaba. 
  
  --- La caja está firmada por nana. --- Me limité a contestar. 
  
   Otro suspiro. En vez de contestar, pasó su nariz por toda la extensión de mi frente. El acto en sí resultaba bastante relajante, pero lo era más porque ésta era siempre la manera en la que me tranquilizaba mis padres de pequeña. 
  
    --- ¿Y por qué te hace tanto daño el pensar en ella? --- Inquirió. 
  
    Fruncí el ceño. ¿Porque me dolía no haber estado aquí en su muerte? ¿Porque su muerte me hacía daño? ¿Porque la había dejado sola?.. ¿Por qué? 

    >> ¿No crees que Violetta se sentiría defraudada al ver como sucumbes a las sombras sólo por pensar en ella? --- Dijo, de pronto. 
   
    El pensamiento hizo que mi cuerpo se tensara. Su nariz paró de danzar en mi frente, y su respiración cesó al poco tiempo. Alzó la cabeza para poder verme mejor, pero yo no fui capaz de devolverle la mirada.
  
    >> No es culpa tuya, Abelle. Murió por causas naturales cuando vivías lejos, no tiene nada que ver contigo, fue normal. Yo estaba aquí cuidando de ella cuando sucedió. Ni estaba sola, ni desprotegida.
  
    Sus palabras fueron calando lentamente en mí, aunque yo seguía estando reticente a lo que decía. Simplemente, no podía aceptar que estuviera aquí. Sólo eso.. ¿No? 
  
    Bajó un poco el rostro para tener los ojos a la misma altura que los míos, y me miró con la duda plasmada en sus facciones. Las pequeñas pecas salpicaban su rostro, pero sus ojos era lo que más me llamaba la atención. De un azul violeta, llamativos, brillantes. 
  
    Asentí con la cabeza. 
  
    >> Bien, todo arreglado. --- Dijo, con una enorme sonrisa en la cara. --- Ahora.. --- Deshizo el nudo que tenía a mi alrededor, y puso las manos bajo bajo mis brazos. Me levantó en vilo, y me sentó en sus piernas cruzadas, dándole la espalda. 
  
    --- ¿PERO QUÉ HACES? --- Grité, riéndome.
  
    Puse sentir el ligero temblor de su risa en mi espalda. Apoyó el mentón en mi hombro izquierdo, y con las dos manos consiguió coger el baúl y ponerlo en mis piernas estiradas. El peso sobre mis extremidades me inquietó un poco, pero la burbuja de luz que me rodeaba me dió tiempo para controlarme sin pensar en las sombras. 
  
    --- Ábrelo. --- Susurró, mirándolo todo por encima de mi hombro. 
  
    --- ¿No tenía que hacerlo sola? --- Dije, mirando lo poco que podía de su rostro. 
  
    --- No pienso dejarte sola después de lo que acaba de pasar. --- Respondió. 
  
  Convincente, supongo. De todas formas, no tenía ni idea de porqué no podía abrirlo delante de él. Era sufrir por sufrir, al fín y al cabo. 
  
    Miré el baúl con el ceño fruncido. Tenía que admitir que me imponía bastante, aunque aún no tenía ni idea de lo que podía haber dentro. Sabía que no tenía porqué temer, pero.. 
  
    Las manos de Nathaniel se arrastraron por mi estómago y se entrelazaron en mi vientre, lentamente. Nuestra piel no estaba en contacto (excepto por su mentón) pero tranquilizaba bastante. O, al menos, lo suficiente. 
  
    Arrastré los dedos por la inscripción, inspirando. El suave relieve de las letras era casi imperceptible al tacto, pero eso no le quitaba importancia. Le dí la vuelta a la caja para quedar con el candado frente a mí. 
  
    --- ¿Y la llave? --- Susurré, con la voz entrecortada. 
  
    --- A ti no te hace falta. --- Contestó, con la voz demasiado segura. El movimiento circular de sus dedos en mi vientre me infundió valor. 
  
    No entendí lo que dijo, pero, de todas formas, intenté abrirla. En cuanto toqué el candado, un sonoro 'click' inundó el silencio de la habitación, y la tapa se abrió sin necesidad de mis manos. 
  
    
    Y entonces, abrí por completo el baúl. 
  
    
  

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