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sábado, 26 de mayo de 2012

· Capítulo 1: ¡Buenas noticias!.. ¿O no? [Segunda parte]

 
   
   [ HIM - The funeral of hearts.]

   
   
   Ya era la hora.     
   
   Con el pijama puesto, el pelo cobrizo y húmedo por la ducha y la boca con sabor a dentífrico, intentaba por todos los medios parecer normal ante los ojos mis padres.
   
   Pensé en lo que me acababan de decir mis padres, intentando esconder una sonrisa que no podía esconder.
   
      Mi abuela.. ¿Cómo estaría? ¿Me recordaría? ¿Recordaría todo lo que me enseñó en aquel bosque? Una mezcla de cariño, tristeza y añoranza se mezclaban, a la vez, con la enorme alegría que crecía por momentos en mí. Una alegría que, como solía pasar con todo lo relacionado con mi abuela, ahuyentaba de manera muy eficiente a las sombras.
   
   Terminé de secar el último vaso, me sequé mis propias manos y, aún descalza y con el pelo un tanto húmedo después de la ducha, me dirigí al salón aún con aquella sonrisa persistente.
   
   Allí, sentados los dos muy juntos en el sofá y con la vista clavada en un programa de la televisión, estaba mi padre, Thomas. Mi madre, en cambio, estaba leyendo un libro, apoyada parcialmente en su cuerpo.
   
   ---Buenas noches.. --- Sususrré, en un hilo de voz apenas audible por encima de la televisión.
   
   ---Buenas noches, cariño. --- Respondió mi madre, correspondiendo a mi enorme sonrisa. --- Prepara las cosas para mañana.
   
   --- Saldremos temprano. --- Avisó mi padre, sin dejar de mirar aquel programa.
  
   No parecían sospechar nada. Aún tenía en mente la 'cita' con Ron, igual que la nota aún descansaba en el bolsillo trasero. 
   
   Subí las escaleras lentamente y, en vez de girar a la derecha en el pequeño pasillo hacia mi habitación, giré a la izquierda y entré en mi llamada 'segunda habitación'.
  
    El porqué de que fuera mi 'segunda habitación', era casi evidente. No había muchos muebles. Tan solo un poco ladeada del centro de la habitación, una cama cubierta de una fina capa de plástico blancuzco. A su alrededor, formando bastantes grupos, había cubos y cubos de pintura de montones de colores, rodeados a su vez de papel arrugado con ideas desechadas. Había, en el suelo, bocetos de ilustraciones hechas a mano, lápices tirados de forma desordenada, pequeños botecitos de óleo, pinceles de tamaños diversos. Y, justo delante del gran ventanal que había en el centro de la pared más grande, el delantal y la gorra de mi padre que antaño fue blanco, pero que ahora era una mezcla extraña de colores enmarañados distribuidos al azar. 
   
   Y tampoco era difícil descubrir el porqué de que Ron llamara a esta sala 'La habitación Arcoiris'. Todas y cada una de las superficies de esta sala estaban pintadas: La pared del fondo, la que estaba perpendicular a la puerta, tenía plasmado una bonita ilustración de una playa al atardecer. Pero, a decir verdad, esa era una de las pocas cosas que se podían distinguir en aquella sala. Todos los demás dibujos estaban superpuestos y combinados que no se sabía dónde empezaba uno y dónde terminaba otro. Pero, de alguna forma, todos conseguían complementarse y quedar de una forma bella y iluminada.
   
   Ahora, a en la noche, sólo se podía distinguir retrazos de las paredes a la luz de la Luna, pero todo había quedado en una inquietante oscuridad. Pero esa oscuridad no llegó a convertirse en una sombra dañina. Tan solo era oscuridad. Por primera vez en lo que le pareció una eternidad, pudo entrar en aquella habitación en la noche y no sentir una terrible claustrofobia.
  
   --- Has tardado.. --- Murmuró una voz, desde la cama.
  
   Apoyado en el suelo y semioculto tras un par de botes de pintura, Ron me lanzó su sonrisa característica y deslumbrante antes de levantarse y abrazarme. Ese simple gesto consiguió sacarme una risa, haciendo que toda la habitación quedara un poco más iluminada. Pero de eso Ron no se dió cuenta, ya que él no sabía mi secreto.
   
   Antes de que pudiera contestar, ya me había tirado del pelo hasta hacer que le diera un pellizco en el brazo.
  
   --- El pelo húmedo te hace parecer un gato recién bañado.
   
   --- ¿Qué estupidez es esa? --- Dije, con el ceño fruncido de nuevo. Me alejé de él tan rápido como pude. Tan pronto como me subía el ánimo conseguía bajarmelo. Me acercé al ventanal con los brazos cruzados y me senté en el balcón, con las piernas asomando por la fachada. Media sonrisa se dibujó en mi rostro al imaginar la cara que se le quedaría a mi madre si se le ocurría salir y verme en esa posición.

    Ron se acercó y se apoyó en el marco de la ventana, a mis espaldas.
   
   --- No vengo a discutir contigo, por mucho que me gustara. --- Dijo, en un tono bajo. Aquel cambio le hacía parecer más serio, menos informal. Más preocupado.
   
   --- ¿Vienes a castigar a mis padres por no dejar verme? --- Pregunté con ironía, subiendo la mirada hasta su rosto. Estaba sonriendo.
  
    --- No. Pero casi estuve a punto de hacerlo. ¿Qué pasó esta tarde?
   
   --- Me dieron una noticia. Una muy buena noticia.
   
   Captó el timbre ilusionado de mi voz. Se sentó a mi lado, aunque levemente orientado hacia mí, y apagó el mp3 que aparentemente estaba funcionando.
   
   --- Te escucho.
   
   --- No hay mucho que contar y no creo que te vaya a molestar mucho.. -- Susurré, abrazándome las rodillas. La idea de lo que se avecinaba mañana era tan increíble que no podía contener los nervios.--- Aunque ahora que lo pienso, quizás a tu hermana sí que le apene un poco.
  
    --- Sigue. -- Se limitó a contestar. 
   
   --- Mañana voy a ir de viaje a la finca de mi abuela. Y parece que me voy a quedar ahí un poco más de un simple fin de semana..
   
   Lancé una mirada a Ron, que tenía la vista clavada en los árboles del parque que había frente a nosotros. Antes de que pudiera responder, un suave brisa helada entró a la sala por el ventanal, y rozó nuestros cuerpos. Mi piel aún húmeda por la ducha reaccionó al instante, haciéndo que un ligero estremecimiento recorriera mi columna. La pesada chaqueta oscura de Ron cayó sobre mis hombros.
   
   --- ¿Porqué no me explicas eso? --- Dijo, ahora él con los brazos desnudos, y con de nuevo la sonrisa en los labios.
  
    --- Eeeh.. No lo sé. Hacía bastante tiempo que no sabía de mi abuela, mis padres no quería ni hablar de ella.
  
    --- Esa abuela no será..
   
   --- Si, es Violetta. --- Le corté, sin poder soltar una pequeña risista de puro nerviosismo, arrebujada entre la tela de la chaqueta de Ron. Moví mis pies descalzos en el aire, rememorando algunos de los mejores momentos que había pasado con ella.
   
   Después de unos segundos de silencio, Ron silvó.
   
   --- Vaaaaaaaya.. ¿Y pensabas irte sin despedirte?
  
    --- ¡OH, DIOS! ¡ALEXANDRAH, TU HERMANA!. ¿QUÉ HARÉ CON ELLAS?!
   
   --- Shhh, shhh, que tus padres pueden pillarnos. Las traeré a las dos a primera hora para despedirte, ¿vale? No te preocupes cuando estás así de feliz, es muy raro verte así.
   
   --- ¿A que sí? --- Dije, sonriendo aún más ampliamente.
   
   Eso pareció hacerle mucha gracia, ya que se echó a reir.
   
   Sin previo aviso, se encaramó con una mano a la celosía que había junto a el ventanal, con la otra, acercó mi mejilla a su cara. Plantó un beso allí, como si nada, y bajó en completo silencio.
   
   --- Nos vemos mañana.. --- Susurró, ya en el suelo.
   
   --- Eeeh.. claro. Mañana. --- Contesté. Aún sentía las mejillas rojas por el beso.
   
   Algo que vió pareció hacerle sonreir de una manera tan dulce como nunca le había visto sonreir. Después, señaló sus hombros, y después me señaló a mí.
   
   Tardé un poco en comprenderlo. La chaqueta. Me la empecé a quitar cuando ví que agitaba la cabeza. Sonrió de nuevo, y se subió al coche negro en un absoluto silencio, como siempre.

     Pasó el tiempo y aún no quería irme de allí. Ya no era por nerviosismo, por exceso de felicidad, o por que no estuviera cansada por irme a dormir. Lo que me rondaba la cabeza era una extraña idea: ¿Había sido mi propia imaginación, o a Ron aquella noticia no le había sentado tan bien como esperaba?
   
   
  

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