¿Cuál es el personaje con el que más te identificas?

viernes, 17 de agosto de 2012

· Capitulo 4: Nadie. [Segunda parte.]

  
  [Three Days Grace - Last to know. ]
  [Three Days Grace - Riot. ]
  [Three Days Grace - Let it die.]
  
  
  
    Me había puesto los zapatos más cómodos que había traído de mi casa, pero hasta con ellos me dolían un poco andar. Sentía una pequeña punzada helada en mi tobillo por cada paso que daba, y mi muñeca estaba entumecida e inservible desde poco después de dejar mi habitación. Sea cual fueren los analgésicos que me dieron cuando me encontraron, estaban empezando a dejar de hacer efecto ya. 
  
    
    La casa estaba rara, eso era lo único que podía decir. Y no era una rareza.. física. Es decir, todo estaba igual. Ni un cuadro, ni una estantería, ni una maceta. Incluso podría atreverme a decir que hasta los libros estaban colocados de exactamente la misma manera en que la dejé. Lo único que faltaba era ella, y eso era suficiente para que se notara un vacío enorme en todas las salas. Como si hubieran quitado un mueble, o un cuadro. 
  
    Me pasé por la gran sala de estar y acaricié el piano blanco de mi abuela. Ésa era su sala favorita. Cuando no estábamos dando paseos por el bosque, estábamos aquí, cantando las dos. Me gustaba mirar la enorme rapidez con la que movía los dedos sobre las suaves letras, a veces sin mirarlas. Me causaba una tranquilidad, como si me hipnotizara. 
  
  
    Y eso es exactamente lo que hace Nathaniel. 
  
  
    Después hice un pequeño tour por la casa. Me pasé por la biblioteca y me agaché para observar todos mis libros de la infancia, ordenados escrupulosamente por colores y tamaños en las baldas más bajas de la estantería más cercana a la ventana. Me pasé por la cocina y charlé con un par de sirvientes que recordaba mientras me tomaba una manzana y fingía no sentir nada de dolor en las magulladuras. 
    
    --- ¿Y, señorita? ¿Consiguió despedirse de sus padres? --- Dijo Madelinne, una muchacha baijta, de mejillas sonrosadas y pelo rojizo. Era la hija de un mayordomo que cuidaba de mí tiempo atrás. Incluso recordaba el tiempo que pasábamos juntas jugando en el jardín de nana. 
    
    Miré cómo fregaba unos platos en el fregadero que había junto a mí, sentándome en el mostrador. Estaba más concentrada en el dolor de mi tobillo que en sus palabras. 
    
    --- ¿Perdona? --- Murmuré, ahora poniendo más atención. 
    
    --- Le preguntaba si se había despedido de sus padres esta mañana, señorita. --- Dijo de nuevo con una cordial sonrisa, con la vista clavada en el paño con que secaba los platos. 
    
    --- No.. Sólo he hablado con vosotros y con Nathaniel en todo el día. 
    
    --- ¡Oh! ¿Ha tenido el placer de conocer ya al señor, señorita? --- Salto Celine, una sirvienta de unos cuarenta y tantos años con un rostro redondeado que no paraba de sonreír. La noticia parecía haberle sorprendido mucho.--- ¿Y qué le ha parecido? ¿No le parece apuesto?
    
    Sonreí un poco y me encogí levemente de hombros. Pude ver como el cuello de Madelinne se tornaba rojo y su rostro empezaba a arder con ganas. 
    
    --- No diga que no, señorita. A nuestra Mady le gustó desde el principio. --- Celine echó una risita tímida y abrazó a la muchacha con cariño. 
    
    --- ¡Celine! --- Gritó ella, riendo y salpicándola con un poco de agua jabonosa que tenía en las manos. Me eché a reír con la escena. 
    
    Toda la cocina quedó en silencio. Los demás sirvientes, tantos los que estaban en la conversación como los que no, alzaron la mirada para mirarme con diferentes expresiones. Unas estaban sorprendidas, otros parecían a punto de llorar. Y otras, sencillamente, parecían asustadas. 
    
    --- ¿Qué pasa? --- Pregunta, con el ceño fruncido y varias octavas menos de voz. 
    
    De repente, los brazos de Madelinne me rodearon por la cintura, y de su garganta salían unas risas tan gozosas que parecía haber encontrado la fuente de la felicidad. 
    
    --- Hacía mucho que no escuchábamos su risa, señorita. --- Dijo Celine, que tenía los ojos llorosos y una mano sobre la boca. --- La echábamos muchísimo en falta. 
    
    Fruncí el ceño de nuevo, pero no pude evitar sonreír. Rodeé los hombros temblorosos de Mady, que había empezado a llorar de un momento a otro. 
    
    --- Pero ya estoy aquí, ¿no? --- Acaricié el pelo rojizo de Mady, que estaba recogido en un moño dejado. --- ¡Vamos a celebrarlo todos juntos con una merienda en el bosque!
    
    Mady saltó de mis brazos y se puso a saltar y a decir una retaíla casi interminable de 'SISISISISISISISI'. Pero el resto de los sirvientes quedaron en silencio. 
    
    Puse los ojos en blanco y gruñí. 
    
    --- ¿Y qué es lo que pasa ahora?
    
    --- Señorita..--- Comenzó a decir Celine.--- Tenemos órdenes de no dejarle salir más allá del jardín. Y son órdenes explícitas. 
    
    --- ¿Qué? .. Pero si me acabáis de decir que mis padres se han marchado. ¿No? ¡Ni si quiera se enterarán! 
    
    --- Oh, es cierto.. --- Observó Mady, que aún seguía cerca mía.--- Es que no han sido tus padres quienes lo han ordenado. --- Y sus mejillas volvieron a sonrojarse. 
    
    --- Ha sido su primo, señorita. El señor Laesträhn. --- Siguió Celine. 
    
    Parpadeé un par de veces, asimilando la nueva información. 
    
    --- Eso es imposible. Mi madre no tenía ningún hermano. --- Dije en susurro. 
    
    Todos se encogieron de hombros al unísono.  
    
    --- .. Bueno, da lo mismo. No es que vaya a hacer algo malo fuera. Seguro que no se entera. 
    
    --- Pero señorita, eso no es.. 
    
    --- Por faaaaa, Celine. --- Hice pucheritos, y su rostro redondeado se contrajo un tanto. 
    
    --- Lo siento, señorita. Pero sin órdenes del señor no podrá salir. 
    
    Fruncí el ceño, me bajé de la encimera y salí en busca del 'señor'. 
    
    Si querían una orden, la tendrían. 

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