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viernes, 24 de agosto de 2012

· Capítulo 5 : Nathaniel y sus ojos. [Primera parte]

  
  [ Megadeth - Trust. ]
  
  
  
  
  · Capítulo 5: Nathaniel y sus ojos. 
  
  
  Abby Nouva.
  
  
  
  Puede que no me importara nada la marcha de mis padres pero el dolor persistía en mi pecho. 
  
  Un dolor hondo, pesado y conciso. No dejaba lágrima escondida tras mis ojos sin salir, no dejaba a los sollozos acurrucarse en lo poco que quedaba de mi cordura, sin forzarlos a escapar de mi garganta. Era un dolor tan certero, tan realista, que mi mente no era capaz de pensar en otra cosa. Un dolor profundo en mitad del pecho; empujando mis pulmones hasta que no podía respirar, apretando mi estómago hasta casi hacerme vomitar. 
  
  Pero ese no era el peor sentimiento. Lo pero era aquella soledad infinita que rodeaba con frialdad todo mi alrededor. Congelaba mi piel y mis lágrimas. Marchitaba mis ganas de seguir respirando entre sollozo y sollozo. La intensidad de ambas sensaciones parecían combatir y pelear entre ellas, probando quién podía hacer más daño, quién podía rajarme más por dentro, era horrible. 
  
  Debido a la tos, las lágrimas y el temblor de mi cuerpo, no pude dormir lo más mínimo. Me despertaba cada cinco minutos, más o menos, para cerrar los ojos de nuevo e intentar relajarme. Sin éxito. Podía sobrevivir sin mis padres. Podría sobrevivir sin mis amigos.. Pero aún no había superado la muerte de mi abuela. 
  
  ¿Y me quedaría aquí hasta la mayoría de edad? ¿Sola, en mitad de la nada? ¡Ni siquiera me dejaban salir al bosque, joder! La parte de estar sin mis padres me la traía fresca.. Pero, ¿Y Ron? ¿Y Alex? ¿Y Nïr? ¿No los volvería a ver hasta que saliera de aquella maldita cárcel? Fruncí el ceño, al pensar por primera vez en esa posibilidad. Instantáneamente, otro peso más se añadió a mis hombros, ya de por sí hundidos. Una nueva razón para avivar las lágrimas, genial. 
  
  La puerta chirrió, y mi respiración se cortó. Era una gilipollez, pero no había pensado en que alguien podía escucharme llorar. Estaba de espaldas a la puerta, en una posición más bien fetal. Por un momento, me alegré mucho de estar en esa posición. Odio llorar delante de la gente. 
  
  --- Señorita Abelle. --- La voz dulce y titubeante de Mady inundó la sala. Mis hombros se relajaron un poco, y me volví en la cama. Ella sonrió y se acercó. Tenía una bandeja sobre las manos. --- Le traigo el almuerzo, el señor consideró que no querría bajar a almorzar en compañía. 
  
  Asentí un poco y me incorporé entre las mantas. Ella dejó la bandeja sobre mis piernas en silencio, esforzándose por no mirar mis ojos hinchados. 
  
  --- Mady, ¿Por qué me llamas señorita Abelle? --- Inquirí. Mi voz estaba un tanto ronca, fruncí el ceño. 
  
  --- Me dijeron que cuando vinieras de nuevo, estarías distinta a como eras cuando te marchaste. Creía que te debería tratar como tal. --- Y se encogió de hombros. 
  
  Fruncí aún más el ceño. 
  
  --- ¿Quién te dijo eso?
  
  --- Violetta.. --- Susurró. Bajó la mirada hasta sus manos unidas. 
  
  --- .. Murió. --- Susurré, a mi vez. Mi mente aún no lo creía. Las lagrimas presionaban tras las cuencas de los ojos, luchando por salir. De nuevo. 
  
  --- Difícil de creer.. ¿Verdad? --- Dijo Mady. Noté un pequeño temblor en mi voz. 
  
  Asentí, mirando el plato que tenía sobre los muslos, pero en realidad sin ver nada. 
  
  Mady se movió. Empezó a recoger ciertas cosas de la habitación. Una camisa por allí, un trozo de papel por allá.. Alisó un poco la manta que me cubrían las piernas, y cerró los ventanales que habían quedado abiertos toda la tarde. Me fijé en el exterior: Estaba anocheciendo ya. Pasó delante de la butaca en la que esa misma mañana Nathaniel había estado sentado, y recordé lo que había visto anoche antes de dormir.. 
  
  Pero entonces me callé. ¿Unas plumas negras con sangre? Seguro que había sido un sueño. Además, no había rastro de plumas, ni de sangre. No hay nada. Me relajé y aparté un poco la bandeja con comida para hacerlo. 
  
  Mady puso una mano en mi frente y me cogió las muñecas para examinarlas. Casi no me dolían, pero el tobillo me estaba matando. Y ella parecía saberlo, incluso sin tocarlo. 
  
  Me dedicó una sonrisilla lastimera y se dispuso a salir de la habitación en silencio. Pero entonces paró, y señaló la bandeja que había sobre mis muslos y decía: 
  
  --- El señor me ha mandado no quitarte el plato hasta que comieras al menos las tres cuartas partes de él. Y que te prohíba salir de la habitación. --- Vió como ponía los ojos en blanco, bufando. --- Parecía enfadado, Abby. --- Susurró.
  
  Yo sonreí. 
  
  --- Me gusta más Abby. Señorita Abelle es demasiado raro. 
  
  Ella correspondió mi sonrisa, se despidió con una expresión cariñosa y cerró la puerta. 
  
  Mi sonrisa se descompuso y dejé caer las lágrimas que llevaba aguantando todo este rato. Aparté el plato, ya que mi estómago estaba tan retraído que no cabría un alfiler. Era una tontería intentar meter algo en él, además de arcadas seguras. Sólo quería tumbarme y descansar. Y llorar. Sola. 
  
  

1 comentario:

  1. Pero avisa cuando subas cosas, coñah D: que mala persona eres! Digo unicornio! D:< princesa unicorniana mala! ._. No vuelvas a no avisarme que estoy viciada! Que yo siempre te aviso! T^T

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